Deporte, fama, conflicto

Una revista online justificaba el escándalo de Tiger Woods con las mujeres diciendo “ahora sabemos que es humano”. No es por criticar a la prensa rosa/deportiva extranjera, pero tienen que haber estado muy distraídos para tardar tanto en darse cuenta de que era tan humano como cualquiera.
La verdad es que a mí nunca me pareció extraterrestre. Especialmente talentoso, sí. Diferente, sí. Más responsable que la mayoría con el objetivo que perseguía… ok, ahora sí tenemos motivo para empezar un artículo de psicología deportiva.
El gran dilema de los seres humanos es que no podemos perseguir un solo objetivo. Deseamos más de una cosa a la vez. Algunos cuentos infantiles muestran personajes planos que sólo desean una cosa, y cuando la consiguen, se acaba el cuento. La vida no es así, alcanzas un objetivo y sigues buscando más. Vamos al deporte: piensa en alguien a quien deseas derrotar. ¿Qué va a pasar cuando lo logres? ¿Te vas a retirar o vas a plantearte nuevos desafíos?
Gracias a nuestra condición humana somos capaces de comprometernos con alcanzar más de una meta al mismo tiempo. Digamos que tienes claros tus objetivos deportivos, ¿serías capaz de eliminar todos los demás deseos y metas de tu vida para alcanzarlos? Si lo haces, tu vida será una línea recta. A muchos entrenadores que conozco les gustaría que sus pupilos fueran así, pero está claro que eso no es vida. El deportista de alto rendimiento tiene que sacrificar muchas cosas que la gente “normal” tiene seguras. La principal es la diversión.
Si bien el atleta debe tener momentos de diversión, lo que se espera es que escoja sus actividades de tal forma que no afecte sus objetivos deportivos. Probablemente puedan hacer la mayoría de cosas que hacen las personas de su misma edad, pero cambiará la intensidad y las circunstancias para hacerlo.
Para un deportista el deseo de pasarla bien en cualquier momento se contrapone con el objetivo de estar correctamente preparado para el entrenamiento o la competencia. Es el primer conflicto básico del atleta de alto rendimiento. Los que consiguen manejar adecuadamente los ciclos de diversión y la intensidad del placer son quienes logran avanzar. Los demás se quedan en el camino.
Cuando la fama entra en escena todo se vuelve más complicado. La fama es esencial para los contratos de publicidad, que son uno de los medios para alcanzar objetivos económicos (a eso se suma el manejo de gastos e inversiones). Uno puede llegar a ser famoso gracias al deporte, pero mantenerse famoso o incrementar esa fama, es un trabajo aparte. Es el indispensable participar en una especia de marketing social.
Hasta este punto nos encontramos con el atleta de alto rendimiento haciendo malabarismos para alcanzar sus objetivos deportivos, generar ciclos adecuados de diversión, cumplir compromisos sociales o de marketing, y buscar metas económicas. Mientras más crezca su fama y fortuna, mayores serán las tentaciones y la intensidad de la diversión que se le ofrece.
Tiger parecía estar coordinando bastante bien este proceso, pues sus diversiones no habían afectado su rendimiento deportivo hasta el momento. Pero estaba en escena otro objetivo que hasta el momento no habíamos considerado: dar la adecuada atención a su familia. Al parecer dentro de todo el malabarismo fue aquí donde falló primero.
Conozco a pocas personas que estén satisfechas porque no existan conflictos entre sus horarios de trabajo y el tiempo que desean dedicar a la familia. Me refiero a trabajos normales, no necesariamente a gente que se esfuerza para ser el mejor del mundo en cualquier actividad. La familia de un atleta de alto rendimiento se tiene que estructurar de una manera muy específica para no convertirse en una interferencia. Y esa estructura particular puede volverla frágil.
Por otra parte conozco a muchas personas que sin verse envueltas por fama y fortuna, se divierten de una forma que afecta a su trabajo y a su familia. Tarde o temprano lo alcanzado en uno u otro sentido termina por derrumbarse.
Tiger consiguió mantener un delicado balance durante mucho tiempo. Lamentablemente no pudo conciliar de manera responsable sus diversiones con el deporte y la familia. Habrá quien opine que fue por culpa de la fama y la fortuna, yo no pondría la culpa de ese lado. Otros defenderán que su estilo de vida no afectó su rendimiento deportivo, sólo porque no ha notado que hoy está retirado indefinidamente.
Si alguien es capaz de poner sus deseos en orden es posible que la mayoría de sus objetivos se vayan alcanzando a medida que se recorre un solo camino. Cuando los deseos y los objetivos entran en conflicto, uno se verá forzado a transitar dos o más caminos a la vez. Mientras se hagan malabarismos con los objetivos, todos estarán en peligro de caer. El deportista de alto rendimiento constantemente tiene que tomar decisiones basadas en responsabilidad y valores. Un deportista sin responsabilidad y con valores tambaleantes tiene su carrera en riesgo.