El Pensamiento en Deporte de Competencia

Mientras observaba a un alumno durante una competencia para menores de 14 años, llamó mi atención un partido que se jugaba a pocos metros. Además de notar el buen nivel técnico de aquellos chicos, vi muy involucrado al padre del que iba perdiendo. Como en estos campeonatos está prohibido dar instrucciones a los niños sobre la manera de jugar (y el árbitro estaba muy cerca) el padre se limitaba a repetir constantemente “¡Concéntrate!”. Parecía que al niño no le ayudaban las buenas intenciones del padre, pues cada vez que hablaba lo miraba con más rabia. Cuando el partido estaba por terminar, y luego de un desesperado “¡Concéntrate!” del papá, el hijo finalmente le preguntó gritando “¿Pero en qué quieres que me concentre?”
El chico reveló una verdad interesante: Muchos deportistas en formación no se concentran porque no saben en qué concentrarse. En consecuencia sus pensamientos vuelan dispersos, pasando de una idea a la siguiente sin orden alguno, encontrándose frecuentemente con pensamientos que resultan negativos para su rendimiento.
“El cuerpo hace lo que la mente le dice”
Es un principio que también se aplica al deporte. El pensamiento influye sobre el rendimiento. Si la mente no dice mucho, tampoco se puede esperar mucho del cuerpo. Si la mente se carga con pensamientos negativos, los resultados obtenidos también suelen serlo. Por eso, ante la alternativa de pensamientos que brotan de forma espontánea, desorganizada y no siempre positiva, al atleta de alto rendimiento le conviene controlar lo que piensa y hacer que la mente juegue a su favor.
Si bien hay deportistas que naturalmente saben qué pensar y en qué momento hacerlo, no todos nacen con esa habilidad. Afortunadamente es una destreza que se puede aprender.
Pensamientos incompatibles
Durante la competencia muchos deportistas intentan alejar pensamientos desfavorables de su mente, pero hacen exactamente lo contrario. El clásico ejemplo es pensar “No voy a fallar”. Esa idea revela que se está consciente de la posibilidad de fallar y de sus consecuencias, por las cuales seguramente se siente ansiedad, con lo que se elevan las probabilidades de cometer errores. Intentar controlar los pensamientos desfavorables de esta manera resulta perjudicial.
En cambio, existe una forma muy efectiva de alejar de la conciencia los pensamientos que se deben evitar, y es tan fácil que sorprende que tan poca gente lo haga. La voy a explicar con un ejercicio:
Para comenzar le voy a pedir que mientras lee este párrafo evite pensar en una playa. No piense en ese lugar con arena blanca, un despejado cielo azul y mar color esmeralda, con un clima perfecto y el ambiente ideal para pasar las vacaciones que sabe que se merece. No imagine pelícanos volando en formación sobre las olas, que revientan bulliciosamente a pocos metros de usted mientras descansa en total relajación, con su bebida favorita en la mano.
Lo más probable es que al menos por un momento haya pensado en una playa, aunque era el pensamiento que debía evitar. Decirse a sí mismo “No voy a pensar en algo” simplemente no funciona.
En la segunda parte de este ejercicio le voy a pedir que imagine que enciende por primera vez una laptop nueva, recién sacada del paquete. Piense que es el equipo más moderno del mercado, que la pantalla trae una foto de su atleta favorito con una resolución sorprendente, el teclado es comodísimo y el mouse responde a la perfección. Y se da cuenta de que mientras leía estas líneas no estaba pensando en la playa.
Cuando se quiera evitar un pensamiento desfavorable, hay que buscar una idea incompatible y concentrarse en ella. Si un deportista se encuentra adecuadamente concentrado, pensando en lo que debe pensar, deja poco lugar en su mente para ideas que lo puedan distraer de sus objetivos.
Saber en qué pensar
El pensamiento del deportista de alto rendimiento no puede limitarse a mantener alejadas las ideas negativas. Su pensamiento debe ser productivo por sí mismo, y para que sea efectivo y consistente debe ser entrenado. El atleta debe saber en qué pensar antes de llegar a la competencia, para evitar divagar y confundirse en momentos clave.
Yo recomiendo practicar pensamientos relacionados básicamente con dos áreas:
  • Pensamiento técnico-táctico
  • Pensamiento motivador

Conviene empezar usando el pensamiento técnico-táctico para entrenar la concentración. Los principiantes y los más jóvenes necesitan empezar definiendo (con la ayuda de sus entrenadores) ideas concretas relacionadas con gestos técnicos. Los mayores o con más experiencia deben pasar a manejar objetivos tácticos, secuencias o estrategias.
El pensamiento motivador relaciona una idea con emociones y es mucho más complejo. Bien entrenado es sumamente poderoso, pues implica imágenes y percepciones sensoriales vívidas que producen respuestas orgánicas (principalmente reacciones hormonales) que predisponen al cuerpo para un rendimiento óptimo.
Recomendaciones finales
Entrenar los pensamientos es simple, pero para alcanzar máxima efectividad se requiere de cierta orientación. Por lo pronto comience a practicar el control de sus pensamientos considerando que será más productivo si:
  • Usa el control de sus pensamientos en entrenamiento y competencia.
  • Vincula los pensamientos con rituales que pueda ejecutar siempre.
  • Define sus ideas en frases cortas y concretas o hace visualizaciones breves y vívidas.
  • Prefiere un repertorio pequeño y efectivo por sobre uno grande que pueda ser confuso.