La Carga

Juan Pablo II estaba ya muy enfermo cuando le dijeron que dimitiera, que él no debía seguir cargando esa cruz. Él respondió con su conocida calma: Dios nunca pone sobre tus hombros una cruz más pesada que la que puedes cargar. 
Yo creo que ese hombre iluminado recibía información de fuentes confiables, por eso cuando me siento aplastado con el peso de la vida (me pasa aunque no parezca), comprendo que no seré aplastado. Creo que la cruz que cargo fue hecha a mi medida por el Diseñador perfecto. No puedo quejarme de ella, sé que la llevo por una buena razón, aunque quizás nunca la pueda comprender. El hecho de que yo no lo entienda no quiere decir que Dios esté equivocado, o que sea malo conmigo por hacer mi vida miserable. 
Me toca llevar a mi hijo a inyectarse vacunas con frecuencia. Desde bebé, veía sus ojos y su dolor, y una expresión de "papá, por qué me haces esto si dices que me amas" y cuando todo terminaba me abrazaba y lloraba conmigo. Pasó el tiempo y lo sigo llevando a vacunar. Ahora está más grande y comprende para qué lo hacemos, no le gusta, pero lo acepta. 
Llevar a vacunar a mi mascota es diferente. La inyectan, le duele y no comprende, nunca comprenderá por más que crezca y madure, porque su especie la limita: los perros no pueden comprender las razones de los humanos, que somos seres superiores a ellos. 
AsÍ mismo, nosotros no podemos pretender que algún día entenderemos el plan de Dios. Sólo podemos decidir si vamos a confiar o no.